Botey
Al primero que recuerdo es a Siqueiros. En el Museo de Arte Moderno. Entendí que la producción pictórica es una poderosa arma para educar y fomentar estados de ánimo.
Sin expectativas de hacerme notar produje montañas de papel coloreado y textos nihilistas. Un día los quemé y volví a empezar.
Y de pronto encontré a Mondrian, Klee y Hockney. No los he abandonado al día de hoy. Los he copiado y robado hasta despertar ahogado en ellos.
Quiero mostrar la innecesaria obsesión de querer controlar y definir todo hasta el mínimo detalle produciendo obra la cual nunca sé como quedará hasta el último momento guiado por el accidente que trastorna el resultado. Tejo historias similares. Soy compulsivo y en cada obra va una herida, y en los que no se ven, que están detrás, nadie sabrá.