SEGÚN EL SAPO ES LA PEDRADA
México, D.F. 4 de Agosto 2015
Hablar sobre un tema que involucra dinero o ganancia de utilidades resulta delicado, sobre todo si esas ganancias se las puede llevar alguien que no somos nosotros mismos; sabemos que de forma general existen tres alternativas para comercializar los productos o servicios, la primera es cuando la misma persona que produce el bien o servicio es quien la vende, la segunda es cuando la persona que produce un bien o servicio designa a otra empresa para gestionar las ventas, la tercera es cuando aplican ambas alternativas y se unen tanto productor como distribuidor en pro del negocio.
Veamos con más detalle los tres modelos:
En el caso de la primera opción es claro que el producto o servicio incluye un margen de utilidad acorde a cubrir los gastos de operación y ganancia de una sola persona o de una pequeña empresa, por ende se asume que el precio de venta será muy accesible; la dificultad radica en que las posibilidades de crecimiento e impacto comercial serán proporcionales al esfuerzo personal del productor mismo.
La segunda alternativa nos provoca pensar que al crecer y desear distribuir el producto se genera un mayor número de gastos operativos por cubrir como son distribución de producto, empaques, diseño, transporte, embarques, gestiones, renta de bodega o local, control de inventarios, comisiones de venta, etc. que generalmente ya están cuantificados e incluidos en el precio final de venta.
La tercera opción es muy similar a la segunda pero deja abierta la posibilidad de que el productor continúe vinculado con la generación de nuevos compradores,en este caso se intuye que hay una estandarización de precios, los cuales como dijimos anteriormente ya están cuantificados e incluye gastos operativos en el precio final de venta, con esto se entiende que difícilmente vamos a encontrar que hay dos precios de venta, porque un producto al lanzarse al mercado ya lleva marcado un valor comercial que el comprador estará o no dispuesto a pagar para adquirir el artículo, donde sistemáticamente se sabe que hay una utilidad de promedio tanto para el productor como para su distribuidor.
Luego entonces, no puedo imaginar que una planta que fabrica autos (Ford, VW, Honda,etc) entregue autos a las agencias automotrices para venderlos bajo consigna de subirle el precio hasta obtener la ganancia o utilidad que desee, cobijándose en el criterio de “depende del sapo es la pedrada”, reitero, el precio de un articulo lleva prorrateado los costos de operación que incluyen comisiones a distribuidores o intermediarios entre muchas otras cosas básicas como son los materiales para la elaboración del producto mismo.
Entonces porque insistimos en desacreditar el valor de una obra de arte al permitir que se “descuenten” las comisiones de un intermediario cuando se hace la venta directamente en el taller del artista o por el contrario permitimos que un art dealer suba el valor de la obra “dependiendo del sapo”, reiteradamente lo he comentado una obra de arte vale por lo que los compradores (coleccionistas) están dispuestos a pagar por ella como una constante, ojo como una constante, regido bajo un principio básico de oferta y demanda; es por eso que el precio de un artista novel fluctúa tanto como su inestabilidad en el mercado y que las obras de artistas con más peso tienden a ser estables en su precio, que quede claro, no hay dos o tres precios distintos según “el sapo” hay un solo precio de mercado, un precio estable, muy distinto es que pueda haber flexibilidad dependiendo de las condiciones de la negociación pero también donde exista una garantía que toda buena obra contiene: SEGURIDAD DE SU VALOR.
Las galerías no deberíamos subir la comisión que deseamos ganar, debe ser el propio artista quien determine el precio final de su obra, sí, ese valor que el comprador está conforme a pagar que incluye las respectivas ganancias a los involucrados en la venta. De aquí se desprende la importancia de tener muy claro el porcentaje de comisión que cada galería aplica al valor de mercado de la obra por las ventas que realice, sometiéndose de antemano a una aceptación por supuesto siempre a conveniencia de ambas partes.
El control de los precios y de las utilidades debe ser una de las funciones prioritarias del autor con lo cual dejará fuera de lugar toda especulación sobre su trabajo y de la que generalmente no se beneficia económicamente al artista.
Si tu interés como creador de obras es también comercializarlas directamente es un camino válido, pero si has decidido aliarte con un distribuidor, galería, art dealer o marchante lo peor que puedes hacer es desestabilizar el valor de tu trabajo y convertirte en la competencia misma de tu distribuidor ¿cuántas veces escucharemos que un coleccionista se siente defraudado por haber encontrado a precios de rebaja la obra de un artista por la que pagó mucho más en condiciones normales? cuando tu concedes precios por debajo de lo que le has dado a tu distribuidor estas devaluando TODA TU OBRA, sí, también la que ya te han comprado porque eso indica que tu obra no lo valía. ¿Acaso los compradores o coleccionistas no quieren ver que sus adquisiciones tengan plusvalía?
Mi recomendación es que ya sea que decidas venderte de forma directa o por medio de un intermediario, sostengas el valor de tu obra porque ese es el valor real de la misma, ese es tu precio de mercado, el cual con consistencia, disciplina y mucha promoción lograrás colocarte como un artista cotizado a la compra, los primeros que te lo van a agradecer son tus compradores de hoy.
Yuri López Kullins Promotora Cultural
info@yurilopezkullins.com
2 replies on “Según el sapo es la pedrada”
Es muy valioso el hecho que aportas a los artistas tu conocimiento y experiencia con mucha claridad y además que es práctico y muy útil, es el segundo que leo y te lo agradesco profundamente ¡¡¡¡
Gracias Fernando por leernos y por opinar.